El país de María Mercedes Carranza

La poesía de María Mercedes Carranza tiene esa preocupación por lo colectivo, por el destino de Colombia como lugar de las violencias, por el dolor colectivo sentido y vivido a través de la geografía colombiana. Dice Gilles Deleuze que los nómadas no tienen historia, sino que tienen geografía, en el poemario “El canto de las moscas (versión de los acontecimientos)” escrito por Carranza en 1998 encontramos la carga geográfica, los meridianos y paralelos afectivos de la Colombia del siglo XX surcada por masacres, crueldades y vejaciones que aún no se han reparado, ni desde lo judicial en muchos de los casos, ni desde lo simbólico en la medida que los procesos de duelo y de sanación, de perdón, aún permanecen abiertos y la cultura de la guerra sigue siendo parte de nuestra cotidianidad.

Es esta herida abierta la que visitamos cuando leemos los cantos que enuncia cada municipio de Colombia, cantos breves, imaginativos, llenos de urgencia por ser leídos, por ser vividos por el lector pues en lo que cuentan tratan de suturar una manera cultural de ser colombiano. La poeta María Mercedes Carranza no sólo escribió sobre el dolor de la geografía del país, ese sentir colectivo de la muerte y el terror impuesto, sino que hizo parte de la Asamblea Nacional Constituyente.

Mientras Carranza estuvo liderando la Casa de Poesía Silva fundó varios encuentros de poesía a los que llamó “Alzados en almas”, como un reclamo urgente para la paz desde la poesía. En el discurso que promulgó en la Asamblea Nacional Constituyente (1991), esta creadora llamaba al poeta el obrero de la sociedad. Su manera de manifestarse frente a la exclusión, el centralismo y los problemas de la cultura quedaron de manifiesto en ese discurso, que a mi parecer hoy por hoy permanece vigente, ella entendía esta pérdida de frontera entre la realidad colombiana y lo imaginario en la medida en que no se concretaba un proyecto pluralista que hiciera posible los cambios necesarios para la igualdad: “Colombia es una ficción porque ha perdido su legitimidad lentamente a fuerza de excluir, en vez de integrar, de ahí las violencias políticas, económicas, económicas, sociales, raciales y culturales que padecemos con tanta virulencia hoy.” (Carranza, 1991).

Ya nos dirá la historia de Colombia si tendremos la oportunidad de reconciliarnos y de reparar tanto horror, por lo pronto esta lectura de su poemario es un homenaje a la intelectual comprometida, una mujer orgánica y coherente entre su acción, pensamiento y corazón. Una enorme hacedora de paz que convocó a los poetas a dejar el exilio de la república y a pensar y sentir democráticamente el país. Aquí transcribo algunos de los poemas que trazan la geografía sentimental que nos propuso.

NECOCLÍ

Quizá

el próximo instante

de noche tarde o mañana

en Necoclí

se oirá nada más

el canto de las moscas.

 

 MAPIRIPÁN

Quieto el viento,

el tiempo.

Mapiripán es ya

una fecha.

 

DABEIBA

El río es dulce aquí

en Dabeiba

y lleva rosas rojas

esparcidas en las aguas.

No son rosas,

es la sangre

que toma otros caminos.

 

ITUANGO

El viento

ríe en las mandíbulas

de los muertos.

En Ituango,

el cadáver de la risa.

 

SOACHA

Un pájaro

negro husmea

las sobras de

la vida.

Puede ser Dios

o el asesino:

da lo mismo ya.

Carranza María Mercedes (1991). Discurso pronunciado durante la Asamblea Nacional Constituyente, Bogotá, 1991. Fuente: Archivo Digital de María Mercedes Carranza, Universidad de los Andes, Colombia.
Carranza, María Mercedes. El canto de las moscas (versión de los acon-tecimientos). Barcelona: Ediciones de Bolsillo, 2001.

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