En un primer momento siendo conscientes de la dificultad que representa hoy en día el acceso a los alimentos que tenemos que consumir a diario, debemos agradecer por gozar de los mismos en nuestra mesa y llevarlos a nuestra boca diariamente. Asimismo debemos valorar la variedad y riqueza de opciones que tenemos a nuestro alcance para consumir y deleitar, ya que si elegimos cuidadosamente unos buenos alimentos que garanticen una dieta balanceada, podremos gozar de una buena calidad de vida debido a que estos nos proporcionan la energía necesaria para realizar nuestras actividades cotidianas.
Desde que soy estudiante de la Universidad del Magdalena me he percatado de cómo algunas personas, que son beneficiarias del programa de almuerzos, a pesar de las largas filas que tienen que hacer bajo fuertes temperaturas y amontonados unos a otros para recibir el alimento , resulta dándoles igual y desperdician este beneficio. Expondré un caso puntual sobre el desperdicio de los alimentos: las sopas. Al momento que se disponen a reclamar los almuerzos, quienes están a cargo de la entrega dejan a decisión propia del beneficiario si desean tomarlas o no. Algunos deciden llevarlas consigo, pero terminan por no consumirlas y dejarlas en cualquier zona de la institución, junto con los platos de almuerzos llenos de restos que no consumieron o terminaron por cualquier motivo. He observado muchos recipientes de sopas en lugares dentro de la universidad tales como dispensadores, escaleras, gradas, mesas, baños, lago, entre otros.
A partir de estas acciones notamos la importancia, el valor y aprovechamiento que le otorgan los beneficiarios a los alimentos ofrecidos a través de este beneficio; acciones como desperdiciar y dejar los alimentos demuestran una actitud desinteresada y sin preocupaciones por evitar el desperdicio y tratar la alimentación como algo sagrado y valioso. Además, se evidencia la falta de amor y sentido de pertenencia hacia el campus, debido al poco cuidado por parte de quienes dejan los espacios llenos de basuras y residuos. Por lo tanto, es necesario que la comunidad beneficiaria adopte comportamientos más responsables que estén comprometidos en promover la cultura del cuidado tanto de los alimentos como del campus universitario.