• Universidad del Magdalena
El presente trabajo es un ejercicio etnográfico de la memoria, si se quiere, que deja ver el estado de una comunidad que ha sido azotada por una de las formas más horrorosas de la barbarie humana manifiesta en la violencia paramilitar: la masacre como instrumento de poder. El 9 de enero de 1999 más de cincuenta hombres al mando del “Tigre” y bajo las órdenes de “Esteban” del Bloque Norte de las AUC, asesinaron desde las 12 de la mañana hasta casi las dos de la tarde a 27 personas que se encontraban festejando un bautismo colectivo. Después de la masacre vino el dolor, la tristeza, el desespero, la impotencia, la huida, el abandono y el olvido. Un olvido de todo y de todos. Más de cuatrocientas personas huyeron esa tarde acuciadas por el horror, y resonando en sus oídos y en sus mentes las advertencias de los asesinos, sobre su eventual regreso. Desde ese momento se inicia una trágica aventura para todos y cada una de las familias que habitaban este pacífico corregimiento del Piñón (Magdalena).
Deja una respuesta