Los sistemas de conocimiento son una construcción social, es decir, están ligados a las formas específicas de la sociedad donde se producen y desarrollan (Aristizábal, 2001) esto significa que el conocimiento occidental, no obstante, su alto grado de desarrollo y sofisticación, es solo uno de los modos posibles de conocimiento y, por lo tanto, es insuficiente para dar cuanta de todos los aspectos de la realidad.
La necesidad de volver sobre los conocimientos locales radica en que al hacer un balance de las ciencias sociales a lo largo de su historia permite concluir que:
1. No es posible separar a los individuos de los contextos en los cuales se desarrollan su vida y sus comportamientos. 2. No se puede ignorar el punto de vista de los sujetos investigados, de sus interpretaciones, de las condiciones en que ellos deciden su vida y los resultados de estas decisiones, tal como ellos mismos las perciben. 3. Los seres humanos construyen y reconstruyen su realidad social a través de la interacción con otros miembros de la sociedad; por lo tanto, es preciso conocer las interpretaciones que ellos realizan de los “por qué” y “para qué” de sus acciones y de la situación en general. 4. Los seres humanos crean interpretaciones significativas de su entorno social y físico, de los comportamientos e interacciones de las personas y objetos de ese ambiente. 5. Todas nuestras acciones están condicionadas por los significados que otorgamos a dichas acciones, a las acciones de los demás y a los objetos con los cuales nos relacionamos (Aristizábal, 2001). Los conocimientos locales corresponden a otras lógicas que las descripciones de la realidad -que se encuentran en otros pueblos- están basadas en suposiciones diferentes de aquellas propias de la ciencia occidental. Los conocimientos locales generados en las comunidades indígenas, campesinas, obreras o negras son el producto de una interrelación entre la naturaleza y el individuo: el uno sin el otro no funciona; es decir, que no puede haber hombre sin naturaleza, pero tampoco puede haber entre ellos un conocimiento que no contemple que entre la naturaleza y ellos hay una relación de equilibrio, de sostenibilidad, que no depende de unas políticas de otro sino de un proceso integrado de todos.
Pensar y representar una región tiene muchos matices, intereses y objetivos. Los territorios y sus territorialidades, vistas estas últimas como las representaciones mentales que sus habitantes tienen de un espacio físico, nos lleva a plantear que esas mismas percepciones son atravesadas por todos los habitantes de dicho espacio. En nuestro caso los habitantes del Caribe colombiano serán los encargados de generarnos esas representaciones. Se habla de una región multicultural pero históricamente, dicha multiculturalidad ha sido expresada casi siempre desde lo académico. El ser habitante del río, de la ciénaga, de las serranías, del litoral, o que pertenece a una comunidad campesina, indígena, pesquera o negra, etc. poco ha sido representado desde los propios conocimientos locales, desde las voces mismas de sus gentes, este es un espacio para re-conocer dichos saberes para comprender que los saberes como lo expresa Aristizábal son variados y que obedecen a lógicas diferentes pero no por eso son menos falsos o más verdaderos.