Tensiones sonoras en Santa Marta: Bullerengue vs Gaita

En el poco tiempo que llevo en Santa Marta, la música es una parte integral de la vida cotidiana. Champeta, Vallenato, Rap, Reggae, Punk en algunos lados, Góspel en otros, y así muchos más. De igual manera, dos géneros musicales que denominamos “tradicionales”, como lo es el Bullerengue y la Gaita, han coexistido durante siglos. Cada uno con su propio valor cultural y significado. Sin embargo, en las ruedas[1] de Bullerengue, hemos[2] observado una tensión creciente cuando se introduce la Gaita a las ruedas, lo que plantea la pregunta: ¿es realmente necesario este conflicto? No hay un solo ejemplo de estos momentos de intolerancia, y esa es la razón que me lleva a escribir esto. El escenario se vuelve recurrente y es inevitable no percatarse de esta tensión.

Hablo específicamente de Santa Marta, ya que, bajo mi experiencia, en lugares como Palenque, en una rueda de Bullerengue se puede introducir música de Gaitas y no hay ningún problema. En María la Baja pasa lo mismo. En Ovejas, en una rueda de Gaitas, en pleno Festival de Gaitas Francisco Llirene se introduce el Bullerengue y sigue sin haber problemas. Sin embargo, en Santa Marta surgen ciertos comentarios despectivos y de odio; así mismo como discusiones algo elevadas, lo cual ¿es necesario? Se me hace algo impresionante que en lugares que son “la mata” de estos ritmos no se den estos conflictos, pero en una ciudad donde poco a poco se han introducido estos aires sonoros sí haya inconformidades.

Es esencial comprender que tanto el Bullerengue como la Gaita son expresiones culturales profundamente arraigadas a algunas cotidianidades e identidades de la región Caribe. El Bullerengue, con sus ritmos afrocolombianos y su danza, es una expresión de la resistencia y la alegría de las comunidades afro. Por otro lado, la Gaita, con sus melodías indígenas y su conexión con la naturaleza, representa la herencia sonora de algunos pueblos indígenas de la región, así como sus luchas y procesos excluyentes en Colombia.

No vengo a dar una respuesta a este evento, me gustaría que una posible respuesta la proporcione el lector. Sin embargo, siento que la percepción de supremacía de un género sobre otro puede estar influenciada por varios factores. En primer lugar, la historia de colonización y la lucha por el reconocimiento cultural han dejado una huella en la forma en que se valoran estas expresiones artísticas. La música, como cualquier otra forma de arte, es un reflejo de las dinámicas de poder y las relaciones sociales dentro de una comunidad. ¿Pero esto, como termino general, será acaso una respuesta a la problemática o este hecho es un mero sentimiento de prepotencia humana?

Es importante destacar que la música es un lenguaje universal que trasciende las barreras culturales y sociales. La introducción de la Gaita en las ruedas de Bullerengue samarias no debería ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad para enriquecer la experiencia musical y fomentar la inclusión y aprendizaje, porque, a fin de cuentas, uno como músico se integra en las ruedas para aprender, compartir y demostrar lo que se sabe. Ambas formas de música son igualmente valiosas y respetables, y su coexistencia puede fortalecer el tejido cultural de Santa Marta.

En lugar de enfadarse cuando se introduce una Gaita en una rueda de Bullerengue, los participantes podrían aprovechar esta oportunidad para aprender y apreciar la diversidad cultural que existe en su comunidad. La música tiene el poder de unir a las personas y de crear un sentido de pertenencia y solidaridad. Al reconocer la importancia de ambos géneros, se puede promover un ambiente de respeto mutuo y colaboración.

Cabe resaltar que esto está escrito con algo de dolor y tristeza, ante esta situación tan recurrente, pronto habrá un texto más elaborado porque aquí no abordo otros temas que han de ser tratados.


[1] Espacios donde músicos se reúnen para tocar, practicar y seguir aprendiendo música; básicamente escenarios de intercambio y disfrute. La dinámica de la rueda es algo flexible, por ejemplo: si un músico está tocando las maracas, un externo que no esté tocando nada, en cualquier momento de la canción, le puede pedir las maracas y tocar él. En este sentido, los instrumentos y roles se van rotando; un cantante puede dejar de cantar para que otro cante siguiendo la misma canción y así sucesivamente.

[2] Hablo en plural porque esta reflexión es una mezcla de muchas conversaciones y mismas reflexiones personales.

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