Breiner Echeverría Fonseca
El fenómeno paramilitar se encuentra nuevamente arraigado en la cotidianidad de los habitantes de la Zona Bananera en el Magdalena. “Volvieron los tiempos de antes”, “no andes de noche en la calle”, “mataron a otro”, “la muerte anda en moto”, palabras que retumban en mi cabeza y me transportan a mi niñez cuando no se podía pronunciar a viva voz la palabra paraco, ya que era motivo de represalias o por el temerario hecho de lo que esa palabra representaba para mi madre que en años anteriores había vivido en carne propia los atropellos por parte de paramilitares del Bloque Norte-Frente William Rivas de las AUC. Hoy, el miedo emerge con efervescencia cada vez que se escuchan los tiroteos o que otra persona fue asesinada u otra familia fue desplazada por los “grupos herederos paramilitares”. La Zona Bananera del Magdalena está sumida en zozobra y miedo, debido a los más de 100 asesinatos ocurridos entre el año 2023 y lo que va corrido del 2024, a esto se les suma los panfletos amenazantes pertenecientes a grupos paramilitares, quienes desde siempre se han elegido jueces y ejecutores en una macabra versión de “justicia” a mano propia.
En sus actos de lo que algunos llaman “limpieza social” siembran de manera directa normas de convivencia, husos horarios y prohibiciones reglamentadas; un ejemplo fehaciente fue la no realización de las fiestas patronales del corregimiento de Sevilla y celebración de la Semana Santa en la población de Orihueca, siendo esto algo calamitoso para sus habitantes quienes consideraron, fue un atentado a sus expresiones sociales, culturales y económicas, tratándose de un abuso de poder por parte de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC). A lo anterior, se añade las semanas de recesos escolares que han tenido las principales instituciones educativas de los corregimientos, debido a las amenazas manifestadas en los panfletos.
Desde su circulación, en los más de 30 panfletos amenazantes elaborados por las AGC, se acusa con nombres y apellidos y alias a los llamados “indeseables para la sociedad” o aquellos que son colaboradores de las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN). Así lo hacen saber por medio de palabras soeces y descalificadoras dirigidas a los identificados quienes les dan 24 horas para salvaguardar sus vidas y a los del bando opuesto solo les desean su muerte inminente.
En uno de los comunicados, se amenazó a 67 personas incluidos sus familiares. Las AGC en su ideología acusan de “indeseables” a personas que usan piercings, tatuajes, “pelos rulitos”, los cuales son considerados objetivo militar. En ese sentido, en su afán arbitrario de “limpieza social” han traído consigo el asesinato de líderes sociales y menores de edad, actos que generan manifestaciones sociales en contra de estos hechos de violencia, no obstante, los victimarios responden a estos movimientos pacíficos con más mensajes intimidantes y muertes.
Uno de los planteamientos que resulta problemático en estos casos, es el de la aceptación de algunos que “ya era hora” y el repudio de otros “solo Dios es quien quita la vida”. Considero que lo primero se debe en gran manera a esas prescripciones de lo que es considerado
conductualmente aceptable, es decir, se basa en un problema de estigmatización de la identidad, que contribuye a la naturalización de los hechos de violencia. Los panfletos pertenecientes a estos grupos también se configuran como la piedra angular de dicha naturalización; la finalidad es contundente, y es generar repudio por medio de adjetivos descalificadores en los que se cosifica al “identificado” ocasionando que su muerte o desplazamiento sea para muchos desapercibido o sin importancia.
En la mañana del 29 de agosto del 2023 se empezó a difundir un panfleto de las ACSN este dirigido específicamente a “aquellas personas que han prestado sus servicios a las AGC en la Zona Bananera”. Como habitantes del municipio temíamos a que se originara una guerra entre estos grupos paramilitares, debido a que, esto perpetuaría un ciclo de violencia que atraparía a las poblaciones, especialmente a las veredas y caseríos sumiéndolas en el miedo y la opresión. Sin embargo, las represalias no tardaron y llegaron por parte de ambos bandos.
En algunas escenas criminales, mencionando lo ocurrido en el corregimiento de Tucurinca, se encontró al lado del occiso un cartel que decía: “por sapos de los pachencas, ustedes siguen sapiando y nosotros seguimos matando”. Del mismo modo, otro tema que resulta preocupante ante la presencia de estos grupos paramilitares en el territorio zonero se debe al reclutamiento específicamente de jóvenes entre los 17 y 24 años, actores principales de los diversos homicidios perpetrados en el municipio, además, son estos mismos los encargados de realizar las extorsiones a los comerciantes locales.
Concluyo considerando la importancia de contextualizar de manera un tanto fugaz estos acontecimientos, los anteriores hechos de violencia generados por estos grupos paramilitares demuestran una realidad social que ha marcado desde hace décadas las cotidianidades de las personas en la Zona Bananera y el territorio nacional, emergiendo con gran fuerza en los últimos días; este resurgimiento de la violencia no solo evidencia la persistencia de los conflictos armados en el país, sino también la profunda vulnerabilidad de las comunidades locales, que continúan siendo víctimas de amenazas, desplazamientos forzados y violaciones de derechos humanos. “No volvieron los tiempos de antes, nunca se han ido”.